En la periferia del Peloponeso, al suroeste de Grecia, se halla la ciudad de Kalamata. Esta tierra es la cuna del kalamatianos, una de las danzas griegas más populares, y también la tierra de origen de unas aceitunas negras que se han convertido en uno de los productos más conocidos del país heleno.
De sabor dulce, forma almendrada y textura carnosa, las aceitunas kalamata cuentan con denominación de origen protegida y una merecida fama.
Su color es morado oscuro, aunque esta tonalidad puede variar según se conserven en sal, en aceite o en vinagre de vino. El aceite griego suele elaborarse con este tipo de aceitunas —y también con las koroneiki—, pero casi todo el mundo las reconoce por ser el toque de color en la ensalada griega. También se utilizan para la olivada o paté de aceitunas, una fórmula perfecta para disfrutar de su sabor al natural y que permite increíbles combinaciones… ¿Qué tal untada en una tostada con queso griego? ¿O para dar un toque especial a una carne o un pescado a la brasa?
Nosotros, sin embargo, preferimos servirlas solas, como aperitivo, para que puedas disfrutar de su sabor dulce y afrutado mientras esperas el plato fuerte o mientras conversas delante de una copa de vino. ¡Esta sí que es una buena combinación!
Ya hemos hablado algunas veces de los beneficios de las aceitunas, pero merece la pena recordar que tienen un importante valor nutricional y que no aportan más de 250 kilocalorías por cada 100 g. Así pues, ¡no renuncies a estos pequeñísimos placeres del Mediterráneo!